RITOS ÍNTIMOS EN LA VOZ DE LA SACERDOTISA...

Rituales poéticos en la voz de la Sacerdotisa...

Ritos Íntimos en la voz de la Sacerdotisa...

Entero, mío, erecto...

Mensaje a los lectores de mi blog.

Estimados Lectores: Mi blog no contiene imágenes porque mi intención es rescatar la seducción de las palabras. La poesía erótica justamente y según mi opinión, predispone a la fantasía y a la imaginación de quien lee y de quien escucha, ya que el género lírico fue concebido para ser recitado. Si la contaminamos con imágenes, estaríamos cercenando esa idea esencial y el valor del verbo.
Por otro lado, se deduce que todo se puede decir; sin embargo, lo que importa es cómo se dice.
Un poema erótico no es la escritura de una serie de onomatopeyas que dibujan el encuentro sexual, el verdadero talento en este terreno consiste en poner esos sonidos tan excitantes en palabras, de tal forma que el cuerpo se sacuda.
Una vez más, les agradezco su presencia aquí.
Mónica

EL EROTISMO LITERARIO EN EL TIEMPO.




La Biblia.
Salomón
Israel (970 a.C. y el 930 a.C. aproximadamente)


Capítulo 6

Mutuo encanto del esposo y de la esposa
 6:1 ¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?
¿A dónde se apartó tu amado,
Y lo buscaremos contigo?
6:2 Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,
Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.
6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;
El apacienta entre los lirios.
6:4 Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;
De desear, como Jerusalén;
Imponente como ejércitos en orden.
6:5 Aparta tus ojos de delante de mí,
Porque ellos me vencieron.
Tu cabello es como manada de cabras
Que se recuestan en las laderas de Galaad.
6:6 Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,
Todas con crías gemelas,
Y estéril no hay entre ellas.
6:7 Como cachos de granada son tus mejillas
Detrás de tu velo.
6:8 Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,
Y las doncellas sin número;
6:9 Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;
Es la única de su madre,
La escogida de la que la dio a luz.
La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;
Las reinas y las concubinas, y la alabaron.
6:10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,
Hermosa como la luna,
Esclarecida como el sol,
Imponente como ejércitos en orden?
6:11 Al huerto de los nogales descendí
A ver los frutos del valle,
Y para ver si brotaban las vides,
Si florecían los granados.
6:12 Antes que lo supiera, mi alma me puso
Entre los carros de Aminadab.
6:13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;
Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.
¿Qué veréis en la sulamita?
Algo como la reunión de dos campamentos.

Capítulo 7
 7:1 ¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,
Oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos son como joyas,
Obra de mano de excelente maestro.
7:2 Tu ombligo como una taza redonda
Que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de trigo
Cercado de lirios.
7:3 Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
7:4 Tu cuello, como torre de marfil;
Tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
Tu nariz, como la torre del Líbano,
Que mira hacia Damasco.
7:5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;
Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey
Suspendida en los corredores.
7:6 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!
7:7 Tu estatura es semejante a la palmera,
Y tus pechos a los racimos.
7:8 Yo dije: Subiré a la palmera,
Asiré sus ramas.
Deja que tus pechos sean como racimos de vid,
Y el olor de tu boca como de manzanas,
7:9 Y tu paladar como el buen vino,
Que se entra a mi amado suavemente,
Y hace hablar los labios de los viejos.
7:10 Yo soy de mi amado,
Y conmigo tiene su contentamiento.
7:11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo,
Moremos en las aldeas.
7:12 Levantémonos de mañana a las viñas;
Veamos si brotan las vides, si están en cierne,
Si han florecido los granados;
Allí te daré mis amores.
7:13 Las mandrágoras han dado olor,
Y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas,
Nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

Capítulo 8
8:1 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío
Que mamó los pechos de mi madre!
Entonces, hallándote fuera, te besaría,
Y no me menospreciarían.
8:2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre;
Tú me enseñarías,
Y yo te haría beber vino
Adobado del mosto de mis granadas.
8:3 Su izquierda esté debajo de mi cabeza,
Y su derecha me abrace.
8:4 Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén,
Que no despertéis ni hagáis velar al amor,
Hasta que quiera.
El poder del amor
8:5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté;
Allí tuvo tu madre dolores,
Allí tuvo dolores la que te dio a luz.
8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían.
8:8 Tenemos una pequeña hermana,
Que no tiene pechos;
¿Qué haremos a nuestra hermana
Cuando de ella se hablare?
8:9 Si ella es muro,
Edificaremos sobre él un palacio de plata;
Si fuere puerta,
La guarneceremos con tablas de cedro.
8:10 Yo soy muro, y mis pechos como torres,
Desde que fui en sus ojos como la que halla paz.
8:11 Salomón tuvo una viña en Baal-hamón,
La cual entregó a guardas,
Cada uno de los cuales debía traer mil monedas de plata por su fruto.
8:12 Mi viña, que es mía, está delante de mí;
Las mil serán tuyas, oh Salomón,
Y doscientas para los que guardan su fruto.
8:13 Oh, tú que habitas en los huertos,
Los compañeros escuchan tu voz;
Házmela oír.
8:14 Apresúrate, amado mío,
Y sé semejante al corzo, o al cervatillo,
Sobre las montañas de los aromas.

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Himno a Afrodita
Safo 
Grecia.(630 a.C.)
Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante
Te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
-me preguntabas-
¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
Lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
Mísera Safo?
Que si te huye, tornará a tus brazos,
Y más propicio ofreceráte dones,
Y cuando esquives el ardiente beso,
Querrá besarte.
Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,
Liberta el alma de su dura pena;
Cual protectora, en la batalla lidia
Siempre a mi lado.
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KAMASUTRA


Mallanāga Vātsyāyana
India (240 d. C.)

II. UNIÓN ERÓTICA

1.         DESCRIPCIÓN DEL PLACER SEGÚN LAS MEDIDAS,
LA DURACIÓN Y EL TEMPERAMENTO
Los distintos tipos de amante masculino, en relación con el órgano sexual, son liebre, toro, caballo. La amante, por el contrario, puede ser cierva, yegua o mujer elefante. En este ámbito, cuando la relación tiene lugar a la par, se dan tres uniones iguales. En caso contrario, existen seis desiguales(1).
Entre las desiguales, si la preponderancia es del hombre, cuando la relación se efectúa entre categorías contiguas, son posibles dos uniones altas. No contigua, existe una sola unión superior(2). Si la preponderancia es de la mujer, por el contrario, entre categorías contiguas, se dan dos uniones bajas, y, no contigua, una unión inferior. Entre éstas, las uniones iguales son las mejores; las peores, las marcadas por el comparativo. Las otras son moderadamente buenas. Incluso en una situación media, una unión definida "alta" es preferible a una definida "baja". Son las nueve uniones según las medidas.
Quien, en el momento de los abrazos, está desganado, tiene poca virilidad y no aguanta los azotes cariñosos es un hombre de pasión débil. En antítesis con esto hay amantes de pasión moderada o ardiente; y lo mismo vale para la enamorada. También en esto, como respecto a las medidas, los tipos de unión son nueve.
En relación con la duración, los amantes pueden ser veloces, medios o lentos. Hay diversidad de opiniones respecto a la mujer. Hay quien sostiene que ella no consigue la satisfacción igual que el hombre, sino que su deseo viene aplacado de forma continuada por el macho. Este deseo produce, si viene acompañado de la alegría de la conciencia, un placer distinto, en el que la mujer tiene el conocimiento del deleite. Por otra parte, ni siquiera el placer del hombre pertenece a las categorías definibles por un acto cognoscitivo; y no basta informarse: « ¿Cómo es tu placer?»(3) Entonces, uno podría objetar: ¿Cómo se puede entender [que el placer de la mujer es distinto]? Porque el hombre, llegado al orgasmo, se para, según sus deseos, sin preocuparse de la mujer; ella, sin embargo, no se comporta igual. Es lo que afirma Svetaketu.
Se puede rebatir: cuando el enamorado lo prolonga mucho, las mujeres quedan satisfechas; mientras que, si es veloz, sin reparar en que ellas hayan conseguido la satisfacción, éstas se irritan. Todo esto indica que ellas han conseguido, o no, la satisfacción. No es un planteamiento válido, pues la simple satisfacción del deseo se aprecia, si dura mucho. Y como subsiste la duda, la objeción no demuestra nada. [Svetaketu concluye:]

En la unión, el hombre acalla
el deseo de la mujer;
si va acompañado de conciencia,
se llama satisfacción.

Para otros, la joven consigue la satisfacción de forma continuada, desde el inicio; el hombre, por el contrario, sólo al final. Esto parece lógico; efectivamente, si ella no consiguiese el deleite, no tendría lugar la concepción. Es la opinión de los discípulos de Babhravya.
Ni siquiera el hecho de que [las mujeres queden satisfechas por los amantes que lo prolongan mucho, ni al revés], basta para disipar las dudas. Se podría rebatir: si las mujeres alcanzan el placer de forma continuada, no es normal que al inicio se sientan indiferentes y sin muchas ganas; luego, gradualmente, se vuelvan apasionadas sin preocuparse del cuerpo, y al final deseen parar.
Esto no quiere decir, en realidad, nada. Para el torno del alfarero, o para la peonza, el hecho de girar es algo constante, parece normal que, cuando uno de estos objetos gira, al principio sea lento, y luego, gradualmente, alcance el máximo de velocidad. En cuanto al deseo de parar, tiene lugar porque se ha terminado el semen. Por este motivo, no hay una objeción contundente. [Para los discípulos de Babhravya, las cosas están así:]

Los hombres gozan al final del amor,
y las mujeres en continuidad;
el deseo de pararse surge
porque se ha terminado el semen.

Basándonos en esto, [Vatsyayana opina que] la manifestación de placer de la mujer hay que juzgarla igual a la del hombre: ¿Cómo podría haber una diferencia de resultados, si la especie [humana] es la misma, y los dos buscan lo mismo? ¿Quizá por la diversidad de instrumentos y de conciencia? ¿Pero cómo? La diversidad de instrumentos es por naturaleza: el hombre es la parte activa, la mujer la parte pasiva. El agente realiza una función, la parte pasiva obtiene otra; o sea, dada la diversidad de instrumentos, hay también por naturaleza una diferencia de conciencia. El hombre queda satisfecho, cuando piensa: «Yo la conquisto»; y la mujer queda satisfecha, al pensar: «Me ha poseído». Es la opinión de Vatsyayana.
Se podría objetar: dada la diversidad de instrumentos, ¿no debería darse también una diferencia de resultados? La diversidad de instrumentos está fundada en la desigualdad de características: agente y parte pasiva; pero la diferencia de resultados, sin base lógica, sería algo impropio, ya que no existe diversidad de especie.
Llegados a este punto, se podría objetar: los que obran juntos realizan una sola cosa; pero los dos amantes cumplen por separado su fin. Por esto, el planteamiento no es correcto. Es evidente que se consigue más de una meta a la vez, como en el choque de dos carneros, cuando rompen uno contra otro dos frutos de kapittha, o en la pelea entre dos luchadores. Si se objeta que aquí no hay disparidad entre los agentes, la respuesta es que en nuestro caso ni siquiera la diversidad es esencial; se ha dicho antes que la diferencia de instrumentos es así por naturaleza. Lo que nos lleva a la conclusión de que los dos amantes alcanzan también igual satisfacción. [Concluye Vatsyayana]:

Ya que la especie no es distinta,
el esposo y la esposa buscan el mismo placer;
por esto hay que acariciar a la mujer para que ella
sea la primera en alcanzar el deleite.

Demostrada la igualdad, hay, como en el caso de las medidas, nueve tipos de unión según la duración, y, basados en ésta, también según el temperamento.
Los sinónimos de "orgasmo" son: placer, deleite, amor, satisfacción, pasión, eyacular, cumplir. Los sinónimos de "hacer el amor" son: relación sexual, unión, tabú, acostarse, éxtasis. Como cada una de las uniones producidas por la medida, duración y temperamento es de nueve tipos, resulta imposible, cuando éstos se mezclan, indicar los distintos modos del amor, son amplísimos. En cada uno, dice Vatsyayana, se deben usar con criterio las iniciativas eróticas.
Durante la primera unión el hombre es ardiente y veloz, al contrario que en las sucesivas. La mujer, sin embargo, es al revés, hasta que se termina el semen. Se suele decir que el hombre agota el semen antes que la mujer.

Por el hecho de ser tiernas,
gracias a las caricias y por naturaleza;
las mujeres llegan al placer de prisa,
así lo han establecido los maestros.

Hasta aquí los sabios han expuesto
la doctrina de la unión:
para enseñar a los menos preparados,
pasemos ahora a una descripción detallada.

DISTINTAS CLASES DE AMOR

Los expertos en los tratados dicen
que el amor es de cuatro tipos:
por práctica y por conciencia,
por convencimiento y por sensualidad.

El amor que nace de una percepción,
y tiene como característica la reiteración,
hay que considerarlo amor "por práctica",
como sucede con la caza o actividades parecidas.

El amor por acciones nunca antes realizadas,
que no se basa en objetos sensoriales,
sino que nace de una idea,
será amor "por conciencia".

Esto se reconoce en el amor con la boca
de los eunucos o de las mujeres,
y en las distintas iniciativas
como besos y otras cosas parecidas.

Quien conoce los tratados llama
amor hecho "por convencimiento",
si piensa: «¡Es eso realmente»,
cuando la causa del afecto es otra.

El amor evidente, conocido por todos,
es el que descansa en los objetos de los sentidos,
porque da los frutos más importantes:
de éste adquieren significado también los otros.

Una vez examinados según el tratado
estos tipos de amor definidos,
se pondrán en práctica de la forma adecuada,
basándose en cómo se nos presentan.


2. ANÁLISIS DE LOS ABRAZOS
La parte sobre la unión erótica se denomina "sesenta y cuatro", porque hay sesenta y cuatro apartados. La opinión de algunos maestros es que con "sesenta y cuatro" se indica un tratado sobre el amor como éste. O, dado que las artes son sesenta y cuatro, y éstas forman una rama de la unión erótica, el conjunto de las artes se denomina "sesenta y cuatro". Algunos sostienen que, como también las diez secciones que forman el Rigveda se llaman así, y también en este caso subsiste una relación con el término "diez", a la vez que una conexión con Pañcala, los expertos del Rigveda utilizan esta denominación a título honorífico.
Para los discípulos de Babhravya la unión tiene ocho aspectos: abrazos, besos, arañazos, mordiscos, maneras de acostarse, emitir gemidos, tomar la parte del hombre y el amor con la boca; y cada uno de éstos tiene ocho variedades distintas, por eso existen ocho grupos de ocho, que hacen sesenta y cuatro. Sin embargo, parece evidente que algunos de estos ocho grupos de variedades tienen [como veremos] un menor número de formas, al mismo tiempo que otros tienen más; además, entran en este ámbito también otros agrupamientos, como pegar, gritar, las iniciativas del hombre, las uniones extraordinarias y otros más; por este motivo, la opinión de Vatsyayana es que "sesenta y cuatro" es una forma de expresarse, como se habla del árbol "sietehojas" o del arroz "cincocolores".
O sea, para dos amantes que aún no se han unido existen cuatro tipos de abrazos, que sirven para mostrar los signos del amor: el abrazo que roza, que traspasa, que frota y que aprieta. En cada caso ya se indica la forma de actuar con el término utilizado como definición.
Cuando la mujer que pretendemos amar se presenta ante nosotros, si el hombre da un paso adelante con cualquier pretexto, y toca su cuerpo, se tiene el abrazo "que roza". Cuando el hombre que se debe conquistar está de pie o sentado en un lugar apartado, y la enamorada, al recoger algo, lo aprieta con fuerza con su seno, y él la agarra, abrazándola, es el abrazo "que traspasa". Ambos tienen lugar cuando todavía los dos no han hablado mucho entre ellos.
Si en la oscuridad, entre la gente o en un sitio solitario, caminan despacio y sus cuerpos se restriegan uno contra otro durante un corto espacio de tiempo, se tiene el abrazo "que frota". El mismo, cuando se aprieta fuerte contra una pared o columna, trabándose, se convierte en abrazo "que aprieta". Estos dos tienen lugar entre los que conocen recíprocamente su estado de ánimo.
Enredarse en la liana, escalar el árbol, sésamo y arroz, leche y agua son los cuatro abrazos en el momento de la unión. La mujer, acercándose como una liana a un árbol sala, hace que la cara del hombre se incline para besarle; o, levantado ella la cara, pegada a él, entre ligeros gemidos, se queda un rato contemplándolo tiernamente: es el "enredarse en la liana". En caso de que la mujer apoye un pie en el pie del amante y ponga el otro en el muslo, y con éste se ciñe, echa un brazo por su espalda y con el otro le hace inclinar los hombros, y gimiendo y arrullando, poco a poco, quiere trepar para besarlo, se tiene el "escalar el árbol". Estos dos abrazos se realizan estando de pie.
Una vez acostados, los amantes se abrazan muy fuerte, entrecruzando los muslos y los brazos, casi en una lucha: es el "sésamo y arroz". Ciegos de pasión, sin preocuparse si se hacen daño, como si quisieran entrar uno en la otra, mientras ella está sentada en sus rodillas, ante él, o están encima de la cama: es el "leche y agua". Estos dos abrazos tienen lugar en el momento de la pasión.
Hasta aquí se han expuesto las distintas formas de abrazo según Babhravya. Sin embargo, Suvarnanabha enumera aún cuatro tipos de abrazo con una sola parte del cuerpo.
Si un amante aprieta con todas sus fuerzas, haciendo con sus muslos una traba, sobre uno o sobre los dos muslos del otro, se tiene el "abrazo con los muslos".
Con el vientre apretando el vientre, la mujer, mientras sacude su larga cabellera, sube por el hombre, para arañar, morder, pegar y besar: es el "abrazo del vientre".
Con los senos cruzando por su pecho, descansa todo el peso: es el "abrazo con el seno".
Unida boca con boca, los ojos con los ojos, golpea la frente contra la frente: es el "adorno de la frente".
Algunos consideran que incluso el masaje es un tipo de abrazo, ya que tiene lugar un contacto. Vatsyayana no está de acuerdo, pues el masaje se produce en un momento distinto, es divergente en el fin y no es una acción común de los dos amantes.

A los hombres que preguntan o quieren conocer,
incluso a los que exponen
toda la doctrina de los abrazos
les nace el deseo del amor.

También otros abrazos, que no hemos considerado,
pero que atizan la pasión,
hay que utilizarlos con diligencia,
pues conducen a la unión.

El ámbito de los tratados llega
hasta que los hombres empiezan a excitarse;
una vez puesta en movimiento la rueda del placer,
ya no vale ni libro ni orden fijo.

3. VARIEDADES DEL BESO
No hay un orden establecido para los besos, arañazos y mordiscos, ya que se dan en momentos de excitación. Se recurre a los mismos, generalmente, antes de la unión, mientras a los golpes y gemidos durante el desarrollo de la misma. Vatsyayana sostiene, por el contrario, que todo se puede hacer en cualquier momento, ya que la pasión no conoce deferencias. Durante la primera unión conviene valerse de los mismos, con una mujer que ya sienta confianza, no demasiado abiertamente y en forma alternativa; en las siguientes, se practiquen con mucho ardor y en grupos particulares, para inflamar el deseo.
Se besa la frente, la cabellera, las mejillas, los ojos, el pecho, los senos, los labios y la boca; en Lata también la ingle, los sobacos y la zona por debajo del ombligo. A causa de la excitación, y por las costumbres locales, hay muchos otros sitios, pero no todas las personas tienen que recurrir a los mismos; es la opinión de Vatsyuyana.
Los besos de la doncella son tres: comedido, palpitante, que toca. Si ésta, casi obligada, posa su boca en la boca del otro, pero sin hacer ningún movimiento, se tiene el beso "comedido". Cuando, todavía un poco avergonzada, desea coger el labio inferior del amante, que éste ha insinuado en su boca, y hace vibrar su labio inferior, pero no lo consigue, es el beso "palpitante". Si apenas aprieta, con los ojos cerrados y tapando con las manos los ojos del enamorado, y lo toca con la punta de la lengua, es el beso "que toca".
El resto de los besos son de cuatro clases: de frente, de soslayo, vago y apretado. Hay además un quinto modo de beso "apretado": cuando se sujeta entre dos dedos el labio inferior del amante, y se le presiona con los labios abiertos en forma de copa, sin usar los dientes.
En tales circunstancias se puede iniciar un juego, que consiste en esto: gana el primero que bese el labio inferior del otro. Cuando pierde la mujer, ésta debe, con lágrimas, mover las manos, rechazar, morder, soltarse y, en caso de ser mantenida a la fuerza, discutir; proponga una nueva apuesta y, vencida de nuevo, se enfade aún más. Cuando el enamorado esté demasiado confiado o distraído, ella agarre su labio y, sujetándolo con los dientes, impida que se le escape; entonces se ría, grite, amenace, brinque, pida testimonios y dance; y, agarrándole del pelo, con la cara donde las cejas ondulan de risa y los ojos tiemblan, haga una serie de comentarios. Es la disputa de amor durante el juego del beso.
El mismo planteamiento también vale para las disputas durante los juegos de arañazos, mordiscos y golpes. A estas disputas sólo recurren los amantes ardientes, ya que les caen bien.
Si mientras la enamorada besa al hombre, le aprieta el labio superior, se tiene el "beso del labio superior". Cuando se besa agarrando con los labios, en una especie de traba, los labios del otro, es el beso "en forma de copa", que se ofrece a una mujer o a un hombre en el que aún no han aparecido los signos de la pubertad. Y en éste, si el hombre toca con la lengua los dientes, el paladar o la lengua de ella, se tiene la "disputa de la lengua". Y esto también vale cuando la boca y los dientes se agarran y se ofrecen con fuerza [o sea, las "disputas" de la boca y de los dientes].
En otras partes del cuerpo el beso puede ser, según el lugar, comedido, apretado, curvilíneo y delicado. Son los distintos tipos de beso.
Si la mujer, contemplando la cara del amante adormecido, lo besa como desea, es el beso "que enciende la pasión".
Cuando un enamorado está descuidado, o está discutiendo, o distraído con alguna otra cosa o querría dormir, el beso para quitarle el sueño [y otras causas de frialdad] se llama "que distrae".
Si él llega tarde por la noche y besa a gusto a la enamorada, que duerme en la cama, es el beso "que despierta". Por tanto, en caso de que la mujer desee sondear los sentimientos del amante, puede fingir que duerme, después de haberse enterado de la hora de su llegada.
Besar en un espejo, en una pared o en el agua la imagen reflejada de la amada es un gesto que vale para revelar el estado de ánimo. Cuando se besa a un niño, una pintura o una estatua, se tiene el beso "transferido", y lo mismo vale para el abrazo. Algo parecido tiene lugar cuando por la noche, durante un espectáculo o entre familiares, el hombre, que está junto a la amada, le besa los dedos de la mano o, si está echado, los dedos del pie. Cuando, por último, una mujer que da masajes, para mostrar al hombre su estado de ánimo, coloca el rostro en sus muslos, como si estuviera vencida por el sueño y sin ningún tipo de deseo, y se los besa, y también el pulgar de los pies, son besos "que cortejan".

Intercámbiense todas las acciones,
un golpe con otro golpe,
y por el mismo motivo
un beso con otro beso.


4. DISTINTAS FORMAS DE ARAÑAR
Cuando la pasión es arrolladora, se recurre a los arañazos, que consisten en producir rasguños. Se utilizan en la primera unión, a la vuelta de un viaje o a la partida, cuando la amante encolerizada se ha tranquilizado y se la emborrachado; pero no siempre tienen lugar entre dos enamorados no ardientes. Vale exactamente igual para los mordiscos, pero ténganse en cuenta las costumbres.
Los arañazos tienen ocho variedades, basándose en la forma: el crepitante, la media luna, el círculo, la línea, la garra de tigre, la marca de pavo real, el salto de la liebre, la hoja de loto azul. Los sitios son: sobacos, senos, cuello, espaldas, vientre y muslos. Suvarnanabha opina que, una vez que se ha puesto en movimiento la rueda del placer, no se hace distinción entre sitio adecuado y no adecuado.
Por este motivo los amantes ardientes tengan las uñas de la mano izquierda recién cortadas y con dos o tres puntas. Atravesadas por una línea, regulares, relucientes, limpias, no rotas, que crezcan, suaves y de aspecto flexible: así son las uñas bonitas.
Los hombres de Gauda suelen tener uñas largas, que hacen la mano muy atractiva y atrapan, cuando se ven, a los corazones femeninos. Los habitantes del Sur, sin embargo, las tienen cortas, pues así pueden soportar cualquier tipo de trabajo y se adaptan al placer de realizar las distintas clases de arañazos. En el Maharastra las tienen medias, y participan de las cualidades de ambos tipos.
Cuando, manteniendo las uñas bien juntas, se tocan suavemente las mejillas, los senos o el labio inferior, sin que quede señal alguna, y por el simple toque se levanta el vello, y al chocar las uñas surge un sonido, se tiene el arañazo "crepitante". Se emplea con la mujer a la que queremos conquistar, al darle masajes en el cuerpo, se le hacen cosquillas en la cabeza, se le aprieta un granito para turbarla y asustarla.
Si se imprime con las uñas una marca curva en el cuello y en la curva del seno, se tiene una "media luna". Dos de éstas, puestas una frente a otra, forman el "círculo", se hacen por debajo del ombligo, en los hoyuelos de las caderas y en la ingle.
En todas las partes se puede imprimir una "línea" no demasiado larga. Ésta, muy curvada, es la "garra de tigre", que llega hasta la punta del seno. Si luego se traza una línea con las cinco uñas hasta el pezón, es la "marca de pavo real"; se realiza en una mujer que quiere alardear de sus amores. Si las marcas de las cinco uñas están muy cerca del pezón, se tiene el "salto de la liebre". Una especie de hoja de loto, impresa en la curva del seno o en la cintura, es la "hoja de loto azul". Tres o cuatro líneas contiguas en los muslos o en la curva del seno sirven para recordar al que sale de viaje. Así se utilizan las uñas.
Además, se deben imprimir otros arañazos con formas distintas. Algunos maestros comentan: desde el momento en que las variedades son innumerables, infinitas las posibilidades dictadas por la experiencia y práctica sin límites, y, además, como el arañazo nace de la pasión, ¿quién puede examinar los distintos modos? Pero, aunque la excitación sea viva, se desea la variedad y con ésta suscitar la pasión recíproca. Las cortesanas hábiles y sus amantes se desean mutuamente; sin embargo, en el tratado sobre la ciencia del tiro con arco y en otros manuales sobre armas se pide variedad; por este motivo, considera Vatsyayana, con mucha más razón hay que solicitar ésta en este campo.
Sin embargo, uno no debe comportarse así con las mujeres casadas con otro; a éstas se les pueden imprimir marcas especiales en sitios escondidos del cuerpo, como recuerdo, y porque esto, sin duda, aumenta la pasión.

Cuando una mujer descubre
arañazos en lugares secretos,
aunque desde hace tiempo esté olvidado,
le devuelve como nuevo un amor sincero.

Si en mucho tiempo no se vive la pasión,
el amor se evapora;
si falta el arañazo,
el amor lamentará el descuido.

Quien contempla a una joven de lejos,
en cuyo seno han gozado sus uñas,
aunque sea un extraño, aumenta la estima
y se inflama el deseo.

El hombre adornado en ciertos lugares
con marcas de uñas
hace vacilar, es una norma, el corazón
más firme de una mujer.

No hay modo más eficaz
para acrecentar la pasión
que el que se realiza
con las uñas y con los dientes.

5. REGLAS PARA MORDER
Se muerden las mismas zonas que se besan, menos el labio superior, dentro de la boca y los ojos. Regulares, lisos y brillantes, con su color, tamaño justo, apretados y puntiagudos: son los dientes bonitos. Defectuosos son los mellados, con una veta, romos, irregulares, malformados, grandes, distantes.
Los mordiscos son: oculto, hinchado, el punto, la guirnalda de puntos, el coral y gema, el collar de gemas, la nube quebrada, el mordisco de jabalí.
El mordisco "oculto" se reconoce sólo por el color, apenas enrojecido. El mismo, si resalta, se convierte en mordisco "hinchado". Si ambos tienen lugar en el labio inferior nos dan un "punto".
El mordisco "hinchado" y el "coral y gema" se pueden imprimir en la mejilla. El beso del pendiente de flores en la oreja y los arañazos y los mordiscos suelen adornar la mejilla izquierda.
El "coral y gema" se realiza apretando reiteradamente dientes y labios; el "collar de gemas" es igual, pero en una mayor extensión. El "punto" se tiene cuando se aprieta entre dos dientes, como trabando, una porción de piel; la "guirnalda de puntos", si se realiza con todos los dientes. Por canto, el "collar" y la "guirnalda" hay que realizarlos en el cuello, en los sobacos y en la ingle; la "guirnalda de punto?, en la frente y en los muslos.
Parecido a un círculo, con salientes irregulares, es la "nube quebrada", que se realiza en la curva del seno. Numerosas líneas de huellas de dientes, largas y contiguas, interrumpidas con espacios cobrizos forman el "mordisco de jabalí", que se dará en la curva del seno. Ambos se prestan en amantes ardientes. Son los distintos tipos de mordiscos.
Se pueden imprimir arañazos, mordiscos, como señales de cortejo, en los distintivos de la frente, en los adornos de capullos para las orejas, en la coronita de flores, en la hoja de betel o de tamala de la mujer a conquistar.

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¡Oh llama de amor viva!
San Juan de la Cruz 
España (siglo XVI)
¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres,
rompe la tela deste dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida la has trocado.   ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba escuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras!
Y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
¡cuán delicadamente me enamoras!

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Poema 1
Pablo Neruda 
Chile (1924)
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

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Poema 9
Pablo Neruda
(…)
Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única,
lunar, solar, ardiente y frío, repentino,
dormido en la garganta de las afortunadas
islas blancas y dulces como caderas frescas.

Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos
locamente cargado de eléctricas gestiones,
de modo heroico dividido en sueños
y embriagadoras rosas practicándose en mí.

Aguas arriba, en medio de las olas externas,
tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
como un pez infinitamente pegado a mi alma
rápido y lento en la energía subceleste.


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Los Amantes - Oliverio Girondo (1891 – 1967)
Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan, / se respiran, se acuestan, se olfatean, / se penetran, se chupan, se demudan, / se adormecen, despiertan, se iluminan, / se codician, se palpan, se fascinan, / se mastican, se gustan, se babean, / se confunden, se acoplan, se disgregan, / se aletargan, fallecen, se reintegran, / se distienden, se enarcan, se menean, / se retuercen, se estiran, se caldean, / se estrangulan, se aprietan, se estremecen, / se tantean, se juntan, desfallecen, / se repelen, se enervan, se apetecen, / se acometen, se enlazan, se entrechocan, / se agazapan, se apresan, se dislocan, / se perforan, se incrustan, se acribillan, / se remachan, se injertan, se atornillan, / se desmayan, reviven, resplandecen, / se contemplan, se inflaman, se enloquecen, / se derriten, se sueldan, se calcinan, / se desgarran, se muerden, se asesinan, / resucitan, se buscan, se refriegan, / se rehuyen, se evaden, y se entregan.

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Federico García Lorca (1898 - 1936)

LA CASADA INFIEL

A Lydia Cabrera y a su negrita

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

*

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quién soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

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Como joya de carne

 Juan Ramón Jiménez

Como joya de carne, como rosa de vida,
desnuda te sentabas encima de mis piernas.
Eras como una rosa abierta en un ciprés,
como una mariposa en una calavera.
Dios creaba de nuevo el paraíso
si tu risa de oro y plata bordaba mi tristeza.
Yo venía del mundo de los muertos, tan sólo
por tenerte en mis manos temblorosas y ciegas.
Después la brisa que eras tú se fue cantando…
Se apagó el sol. Ya nunca volvió el alba a la tierra.
Y en la sombra constante te perseguí, llorando
como un niño, de cima en cima, en las estrellas.
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