Mi cordura está maniatada
a los
zarpazos de tu mirada
y mis garras infantiles
no pueden sustraerse a la osadía de tus caricias.
Dedico horas del ocaso
a cruzar el puente de tus poemas
y remar en las aguas tormentosas
de tus palabras.
Tus labios desertan
cuando mis manos atrapan,
entre las huellas de un pasado equivocado,
una lágrima vencida en alguna batalla no olvidada.
Entonces,
el amor se agolpa en las sienes
y el rocío descarga su humedad
en las ráfagas del alma.
Ritos Íntimos®©
2 comentarios:
Ay, Mónica, llegar hasta aquí es sumergirse en el torrente del deseo y la pasión.
Besos,
Me subo a tu imaginación y cuesta bajar a la realidad!!
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