RITOS ÍNTIMOS EN LA VOZ DE LA SACERDOTISA...

Rituales poéticos en la voz de la Sacerdotisa...

Ritos Íntimos en la voz de la Sacerdotisa...

Entero, mío, erecto...

Mensaje a los lectores de mi blog.

Estimados Lectores: Mi blog no contiene imágenes porque mi intención es rescatar la seducción de las palabras. La poesía erótica justamente y según mi opinión, predispone a la fantasía y a la imaginación de quien lee y de quien escucha, ya que el género lírico fue concebido para ser recitado. Si la contaminamos con imágenes, estaríamos cercenando esa idea esencial y el valor del verbo.
Por otro lado, se deduce que todo se puede decir; sin embargo, lo que importa es cómo se dice.
Un poema erótico no es la escritura de una serie de onomatopeyas que dibujan el encuentro sexual, el verdadero talento en este terreno consiste en poner esos sonidos tan excitantes en palabras, de tal forma que el cuerpo se sacuda.
Una vez más, les agradezco su presencia aquí.
Mónica

domingo, 16 de diciembre de 2012


Observaba plácida pasar la Vida,
sin apuros, ni miedos
con una cansada conciencia
de que se iría, lenta y segura, algún día.

Miraba a lo lejos,
olvidando los secretos
que se forman tácitos
en un formal y adulto resquicio.

No pretendía encontrarme ni encontrar.
Ya las cartas estaban echadas
y los años enjutos
se cernían en una caravana de desaciertos.

Y te descubrí.
Te dejé quererme.
Y me enseñaste.

No hay nada preescrito.
No hay nada previsto,
ni siquiera ordenado o intuido.

Desempañé la tristeza,
acumulé mis lágrimas en el cuenco de mis manos
para guardarlas en un cofre de nácar
como ofrenda al amor de antaño que dolía y quebraba…

Y volví a sucumbir a mi estado de mujer,
a perdurar el amor entre los pliegues de nuestros tiempos,
en la cornisa de nuestros pasados,
estallando la luz entre las tinieblas
de un torrente de prodigios y quimeras…

Y ahí,
en el cuenco de tus manos que abrazaban las mías,
entre tus brazos fuertes
que sobornaban mis miedos
Fui feliz.
Feliz.
Con una felicidad que secó las lágrimas oceánicas.

Que erigió  nuestro altar al asilo del Amor
para libar los besos
en los labios de un hombre y una mujer
que volvían del ayer
(jaula dorada de aquellos tiempos)
para caminar sobre los pasos desandados
y juntos, esperar.
Esperar…
El tiempo que nos purifica,
La soledad que se desvanece.
Los pasos cansados que se agitan…

Entonces, otra vez,
el destino ofreció su sentido
y conmovió al Amor
por un Nosotros mágico y cierto.

Y desde tu dulzura y tu calidez
te fuiste incrustando en mis paredes
con el pico invisible de la ternura,
y las derrumbaste,
(sólidamente caídas)
para levantar de esos escombros
un castillo férreo,
un sueño real,
una nueva conjunción de almas:
un vos y yo infinitos.

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