El musgo gris
que cubría mis heridas
yace seco sobre la lápida
marmórea
de aquel recuerdo.
Aquel velo húmedo
que delataba oscuridad tras mis ojos
se ha vuelto transparencia
en mis mañanas.
Otra vez el portal se ha
abierto
y escucho tintineos,
latiendo al compás de un
nuevo sueño.
Aquella vorágine de
sentimientos
lacerados, inciertos,
vagan a los lejos como una
sombra
que con el arrullo de la
memoria
se va desvaneciendo.
Nuevamente,
laberintos, encrucijadas,
candiles señalan el
sendero:
jirones náufragos del
olvido,
cadencias y marañas
explotan en el arcoiris de
la vida.
Ritos Íntimos®©
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