Sospeché el exilio de mi insomnio
cuando la cautela de tus manos enroscaron mis caderas.
Incauté la morosidad de la libido
por la justicia acometida entre la paginación de los segundos.
Te sometí a mis deseos abruptamente
y embauqué tu pasado a mis ojos.
Abrí de nuevo tus rasguños
y desangré tu herida agotada a la ilusión de mi carne.
En la dimensión de una tregua,
taimé mi pasión en un hálito de sierva.
Y tuve la osadía de convertirte en mi hombre…
En un trueque de cuerpos gastados,
incinerados,
describí con mis orgasmos el infierno infinito de cada acto.
2 comentarios:
realmente no se puede expresar de otra manera tal acto de amor y lujuria con palabras unicas y esplendidas como la hace ud, mi querida maestra de los sentimientos que supiste criar y amoldar a la imagen de un simple hombre que ama...te amo mucho
Muchas gracias,sanci, por tu apreciación. Es así, desde las entrañas, como una mujer de carne y hueso debe enseñar a amar.
Yo también te amo, mi vida.
Besos.
Publicar un comentario